De aprendiz de su tío a referente en la fabricación de guitarras en Luque, la vida de Aníbal Borja Ruiz combina tradición, crisis personal y una segunda oportunidad, impulsada por el apoyo familiar. Hoy, su taller fabrica incluso guitarras con materiales reciclados para exportación. He aquí la nota.
Nota fotografías: Sebastián Jara Figueredo
Una vocación heredada: “Soy fabricante de guitarras hace más de 50 años”, empieza relatando don Aníbal Borja Ruiz, de 71 años, en su taller ubicado sobre la ruta Luque–San Bernardino. La frase no solo resume medio siglo de trabajo, sino también una herencia familiar que empezó a los ocho años, cuando su tío abuelo, Florentín Borja, lo llamó y le dijo: “Atajame esta guitarra, porque algún día te puede dar de comer”.
Aunque esa anécdota parecía olvidada, años después el joven Aníbal, ya con 15 años, decidió visitar a otro familiar artesano, su tío Aurelio Ruíz Díaz, reconocido lutier que también tiene su taller en Cañada Garay y un salón de exposición en el centro de Luque. Fue él quien le dio su primera oportunidad: le encargó lustrar el brazo (diapasón) de una guitarra. “Me dijo que lo hice demasiado bien, que tenía pasta de artesano”, recuerda con emoción.
A los 21 años se independizó y comenzó a trabajar en la casa de su madre. Su primera guitarra la vendió fiado, pero el comprador volvió ese mismo día con el dinero, tras venderla de inmediato en Asunción. Así comenzó un ciclo productivo que le permitió construir su casa y afianzar su nombre como fabricante.

El cansancio y otra oportunidad
Pero no todo fue fácil. A los 60 años, tras décadas de trabajo ininterrumpido y de haber formado a más de 25 nuevos lutieres (entre ellos, siete hermanos y varios sobrinos), don Aníbal cayó en un profundo desánimo profesional. “Me enfermó la guitarra”, dice con franqueza. Decidió dejar la actividad que le había dado todo y se lo comunicó a su hija, Luz Borja.
Fue ella quien no aceptó la renuncia. “Me pidió una semana para pensar una salida”, cuenta. Y antes de que se cumpliera ese plazo, ya había armado una estrategia: una campaña publicitaria, acciones de relaciones públicas y un nuevo enfoque comercial para las guitarras Borja.
“El resultado fue impresionante. Vendimos muchísimo. Y no solo yo, también otros fabricantes de la zona se beneficiaron. Luz me devolvió el ánimo y la fe para seguir. Hoy, ella maneja la empresa y sigue proyectando”, asegura con orgullo.

Guitarra reciclada
Una historia reciente marca un nuevo giro en su carrera. En 2023, un empresario extranjero llegó a su taller con un material inusual: una especie de chapa elaborada con 162 componentes reciclados. Le pidió una guitarra hecha con ese material para la tapa y el fondo. Don Aníbal se negó en principio, pero ante la insistencia del visitante, accedió.
“No creí que iba a servir, pero salió bien. Me pidió más. Hasta ahora le hice 16 guitarras”, relata. El empresario, cuya identidad don Aníbal no recuerda con precisión, representa a una industria internacional de reciclaje con presencia en 35 países.
Las guitarras hechas en Luque con este material especial fueron incluso premiadas en una maratón internacional en el parque Ñu Guasu y hoy llegan a destinos tan diversos como Estados Unidos, Turquía y Nueva Zelanda.
Aníbal Borja sigue fabricando guitarras todos los días. Su historia es testimonio de cómo una tradición artesanal puede reinventarse con creatividad, pasión y, sobre todo, con apoyo familiar. Guitarras Borja no es solo una marca: es el símbolo de una vida de esfuerzo, renacimiento y visión hacia el futuro.