Con autoridad, solidez y un fútbol decidido, Cerro Porteño venció 0-2 a Atlético Tembetary y se consagró campeón del Clausura 2025, levantando así la estrella número 35 de su historia. El Ciclón cerró un torneo de gran regularidad y volvió a encontrarse con la gloria ante una Nueva Olla repleta y desbordada de emoción.
La tarde estaba teñida de azul y rojo desde mucho antes del pitazo inicial. Miles de hinchas comenzaron a poblar las gradas con la certeza de que el título estaba cerca, pero también con el nerviosismo propio de las grandes definiciones. Cerro Porteño dependía de sí mismo y no falló.
Primer tiempo: dominio, paciencia y un gol que abrió el camino
El equipo azulgrana salió decidido a imponer condiciones. Apenas a los 3 minutos, Sergio Araujo tuvo la primera gran chance tras un pase profundo, pero el arquero Tomás Canteros respondió de manera brillante, evitando el gol tempranero.
La insistencia no tardó en dar frutos. A los 17 minutos, Luis Amarilla recibió el balón sobre la frontal del área, giró y habilitó con un pase filtrado a Juan Manuel Iturbe. El atacante, formado en la cantera cerrista, se adelantó a su marca y definió con precisión para el 0-1, que desató la fiesta azulgrana en las tribunas.
Tras el gol, Cerro manejó el ritmo del partido. Morel, Espínola y Domínguez tejían conexiones que obligaban a Tembetary a replegarse. El rival intentó lastimar con pases largos y alguna pelota parada, pero sin lograr profundidad real. El Ciclón administró la ventaja con solidez y se fue al descanso con la sensación de tener el control total.
Segundo tiempo: un golpe temprano y la sentencia del campeonato
La segunda etapa arrancó con el mismo libreto: Cerro protagonista, Tembetary esperando. Y no pasó mucho para que llegara el golpe que encaminaría definitivamente el título.
A los 48 minutos, Cecilio Domínguez encaró por izquierda, desbordó con potencia y envió un pase atrás perfecto para Jorge Morel, que apareció libre y definió con un disparo bajo al poste derecho. Era el 0-2 y el relato de un campeonato que ya tenía dueño.
El gol desató la euforia en la Nueva Olla, donde ya empezaban a verse banderas con el número 35 y camisetas con inscripciones de campeón. Cerro, lejos de relajarse, buscó más. Domínguez tuvo una ocasión clarísima a los 59 minutos para aumentar el marcador, pero su remate no tuvo contundencia.
Con el correr de los minutos, el partido entró en una meseta. El público empezó a cantar más fuerte que nunca, los jugadores se abrazaron en cada pausa y el banco técnico vivió los últimos instantes de pie, esperando que el árbitro marcara el final.
El pitazo que soltó el carnaval azulgrana
Cuando llegó el silbatazo final, el césped se convirtió en un mar de abrazos. Los futbolistas corrieron hacia la hinchada, el cuerpo técnico celebró en bloque y la fiesta en las gradas fue inmediata. La estrella número 35 ya era una realidad.
“Este grupo nunca dejó de creer”, dijo uno de los referentes al terminar el encuentro. “Sabíamos que teníamos que ganar y lo hicimos con personalidad”, agregó en medio de la euforia.
Por su parte, el entrenador azulgrana, Jorge Bava, destacó la regularidad: “Este título es fruto del trabajo y del compromiso del plantel. Fuimos un equipo sólido, intenso y valiente”.
Un campeonato de constancia y carácter
Cerro Porteño selló un Clausura marcado por su fortaleza defensiva, su talento individual y un poderío de ataque que fue creciendo fecha a fecha. Supo manejar partidos complejos, ganó duelos directos y mostró jerarquía en los momentos decisivos. Con esta conquista, el Ciclón sigue ampliando su historia y alimentando una tradición que lo mantiene entre los gigantes del fútbol paraguayo.