Con 55 años de experiencia en la fabricación de calzados y cuatro décadas como diseñador de zapatos en Buenos Aires, Santiago López, de 75 años, prepara su regreso activo al trabajo artesanal desde su casa en el barrio Julio Correa, en Luque. “Voy a volver a fabricar entre cinco y diez pares por semana”, anuncia con entusiasmo.
A los 75 años, Santiago López conserva intacta la pasión que lo acompañó desde su adolescencia: la zapatería. Nacido y criado en la ciudad de Luque, este artesano del calzado comenzó en el oficio cuando tenía apenas 15 años, y lo llevó a un nivel profesional en Buenos Aires, donde trabajó durante 40 años como modelista, o diseñador de zapatos, en importantes fábricas del rubro.
“Por excelencia soy diseñador de calzados. En Buenos Aires trabajé muchísimo tiempo en fábricas, aprendí todo lo relacionado con el diseño y la confección. Fue una experiencia que me dio muchísimo conocimiento”, relató a Luque al Día.
Gracias a su trabajo en el exterior, Santiago logró construir su vivienda familiar en Luque y mantener dignamente a su familia. “Yo no me quejo, con este oficio gané lo suficiente para vivir bien. Antes había más campo laboral, hoy está muy golpeado por el contrabando y los productos plásticos importados”, lamentó, al comparar la calidad del calzado artesanal con los modelos industriales.
Desde hace cinco años, Santiago volvió definitivamente a su ciudad natal. Regresó durante la pandemia y, aunque su esposa ya falleció, sigue rodeado de sus dos hijas y cuatro nietos. “Toda mi vida me dediqué exclusivamente a la zapatería. Soy zapatero, aparador y modelista. Hago todo el proceso: corto, coso, armo y diseño el modelo”, explicó con orgullo.

Su oficio lo considera una profesión noble y de tradición. “Siempre se van a necesitar zapatos”, dice con una sonrisa. Sin embargo, lamenta que cada vez haya menos zapateros en Luque. Por eso, propone que el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) incorpore cursos de fabricación de calzados. “Sería importante que los jóvenes aprendan este oficio, porque da trabajo y sustento. Hay que transmitir lo que uno sabe”, sostuvo.
En su taller de Julio Correa, donde guarda las herramientas y máquinas que trajo desde Argentina, Santiago se prepara para su nuevo desafío: volver a fabricar calzados artesanalmente, con cuero legítimo, a razón de cinco a diez pares semanales. “Tengo todo listo, quiero retomar mi trabajo como antes. Ahora, con internet, también se puede conseguir clientes”, comentó, dejando incluso su número de contacto (0983 467 701) para quienes deseen encargar un par hecho a mano.
Durante su extensa carrera, Santiago trabajó para varias fábricas argentinas, muchas de ellas dirigidas por italianos. “Estuve seis o siete años en Bartulio Hermanos, una fábrica muy reconocida”, recordó. Entre sus anécdotas, cuenta que llegó a hacer zapatos para el recordado artista luqueño Nizugan, célebre imitador local.
Sobre su formación, destaca con gratitud la figura de su maestro: “Tuve la suerte de aprender con un gran modelista, Ricardo Chirolano, de Rosario, que fue como un padre para mí”.
Con voz serena pero decidida, Santiago López se despide reafirmando su propósito: seguir creando calzados con las manos que moldearon miles de pares a lo largo de su vida. “Esto es lo mío. Mientras tenga fuerzas, seguiré siendo zapatero”, asegura, con la humildad de quien hizo del oficio un arte y del trabajo, una vocación de toda la vida.