Herencia que se apaga: Propone políticas públicas para salvar la fabricación de guitarras en Luque (Final)

Luque al Día termina la serie de notas “Una herencia que se apaga” con la entrevista al presidente de la Asociación de Arpas y Guitarras Oñondivepá de Cañada Garay, Prof. Raúl Rodríguez, quien propone la necesidad de políticas públicas para salvar la fabricación de las guitarras en el distrito de Luque. En esta última nota también habla un joven artesano de Marín Ka’aguy, Ignacio Ledesma, quien asegura que en apenas tres meses aprendió la fabricación de este instrumento musical con solo observar el trabajo de un cuñado lutier.

Nota y fotografías: Sebastián Jara Figueredo

La primera parte de esta serie de notas hacía referencia al momento crítico –demasiado crítico– en el cual viven hoy los lutieres de Luque, especialmente en las zonas de Cañada Garay y Marín Ka’aguy, debido al abandono institucional, la falta de mercados y el desinterés de las nuevas generaciones, lo que pone en riesgo la continuidad de este valioso patrimonio cultural y el sustento económico de varias familias.

La segunda parte hablaba de la historia de más de un siglo de la fabricación de la guitarra luqueña, una tradición que comenzó con un hojalatero y un viajero, y que marcó para siempre la identidad cultural de la ciudad. En la tercera nota se había publicado la singular historia de don Aníbal Borja, un lutier de Cañada Garay, quien contó cómo fue madurando como fabricante a lo largo de los años y cómo superó una crisis profesional con la ayuda de su hija, Luz Borja, conocida emprendedora en el ramo.

En esta cuarta y última entrega, la nota trae una entrevista con el profesor Raúl Rodríguez, presidente de la Asociación de Arpas y Guitarras Oñondivepá de Cañada Garay, Luque, quien admite que la fabricación de guitarras luqueñas se está apagando. Para salvar la crisis propone la necesidad de políticas públicas dirigidas al sector, ya sea desde la Municipalidad, la Gobernación o la Administración Central. Además, plantea la necesidad de una ley que desaliente el ingreso de guitarras chinas y que las instituciones públicas adquieran guitarras de origen nacional.

Ricardo Sanabria, fabricante y empresario, utiliza las redes sociales desde su salón de ventas para vender al exterior.

“Es una triste realidad que la fabricación artesanal de guitarras se está apagando. Como artesanos creemos que debe ser una política de Estado la mano salvadora, ya sea desde la Municipalidad, la Gobernación o la Administración Central. Las autoridades deben analizar cómo encarar esta crisis para que esta profesión no desaparezca”, expresó Rodríguez.

El dirigente planteó que el sector necesita apoyo concreto, como incentivos para la compra de guitarras nacionales, incluso por parte de las instituciones públicas. “Si hay mayor demanda, habrá más ventas; con más ventas, los fabricantes podrán seguir produciendo y generando ingresos para sus familias. Es una cadena que hoy está rota”, subrayó.

Entre sus propuestas, Rodríguez mencionó la necesidad de una ley que limite el ingreso de guitarras y arpas extranjeras, además de programas estatales que prioricen la adquisición de instrumentos nacionales para la formación artística y cultural.

Adrián Chávez junto a su padre, don Manuel Chávez, uno de los grandes lutieres de Luque. En la foto, en su taller ubicado en Bella Vista.

Uno de los factores que más golpea al sector es la competencia con los precios de los productos chinos, que rondan entre 350 y 400 mil guaraníes cada guitarra. “Es imposible competir. Si vendemos a ese precio, no recuperamos ni el costo de fabricación. Trabajaríamos prácticamente gratis. Esa es la realidad que va desahuciando a los fabricantes artesanales”, lamentó Rodríguez.

La situación también afecta al relevo generacional. Según explicó, los hijos de los lutieres ya no se interesan en continuar el oficio y prefieren dedicarse a otras profesiones o emplearse en la construcción, donde tienen asegurado un ingreso fijo, a diferencia de la incierta venta de guitarras.

Joven aprendió en tres meses fabricar guitarras

Un joven artesano de Marín Ka’aguy, Ignacio Ledesma, dejó la construcción para dedicarse a la fabricación de guitarras. Según cuenta, en apenas tres meses aprendió el oficio observando el trabajo de su cuñado, Hermenegildo Galloso. Hoy, este arte le permite sostener a su familia.

“Empecé a trabajar con mi cuñado. Él me mostró paso a paso cómo se fabrica una guitarra y me interesó. Aprendí desde el uso del cuchillo hasta el acabado completo. Fue como un curso intensivo: en tres meses ya dominaba la fabricación, porque todos los días trabajaba a su lado”, relató Ignacio, quien antes se desempeñaba en la construcción, sector que en 2015 atravesaba una aguda crisis.

Ignacio Ledesma en su taller en Marín Ka’aguy, Luque.

El artesano señaló que la pasión y el interés lo llevaron a progresar rápidamente: “Después ya me independicé. Al inicio fabriqué tres guitarras y luego monté mi propio taller. Hoy trabajo con mi esposa: ella se encarga del lustre y yo de la terminación. Esta profesión mantiene a mi familia, cubre la alimentación y los gastos escolares de mis dos hijos. La ganancia no es mucha, pero la guitarra me salva”, expresó Ledesma, de 43 años.

Hermenegildo Galloso, fabricante de guitarras, en su apacible hogar en Marín Ka’aguy.

Su experiencia refleja la importancia de rescatar la enseñanza artesanal. Tras esos tres meses de aprendizaje “le dije a mi cuñado que quería independizarme y hacer mis propias guitarras. Él me alentó. Al principio no salían tan bien, pero luego mejoraron. Las primeras cuatro las vendí todas, después ya hice seis, ocho, diez… y así seguí”, recordó.

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